Los árabes llegan a España en 711. La invasión musulmana es sorprendentemente rápida y fácil, debido al estado de descomposición y división en que se encontraba el Estado Visigótico: sólo les llevó a los árabes 8 años para conquistar casi toda la Península, mientras que a los romanos les tomó doscientos años hacerlo. Luego de conquistar España, los árabes atraviesan los Pirineos e intentan la conquista de Francia, pero son derrotados por Carlos Martel, en Poitiers, en 732. Con esa derrota, los árabes deciden retroceder hacia atrás de los Pirineos y afianzar los territorios conquistados en la Península Ibérica, que se conocerá a partir de entonces como Al-Andalus (origen del nombre Andalucía).
El estado árabe muestra una política de bastante tolerancia hacia los vencidos. En cuanto al aspecto religioso, las autoridades árabes no impusieron en los vencidos la conversión obligatoria a su religión. Quien quería permanecer como cristiano podía hacerlo, sólo que tenía que pagar impuestos adicionales. El estado musulman sólo exige de los habitantes de su territorio que obedezcan su autoridad y que no se ofenda la Religión Mahometana (un acto de irrespeto era severamente castigado).
Cuando los musulmanes abandonan sus proyectos de expansión hacia el norte de Europa y deciden concentrar sus esfuerzos en la Península Ibérica, su preocupación política principal fue la de crear un Estado Nacional en Al-Andalus que se independizara del Califa oriental.
En 756, Abderrahmán I, un principe emigrado de Damasco, proclama el Emirato Independiente de Córdoba. Pero desde el inicio, la desunión y rivalidad no permiten que se cree un poder central fuerte. La dinastía Omeya, a la que pertenece Abderrahmán I, se da a la tarea de establecer ese poder central fuerte, proyecto que ve su culminación en la creación del Califato de Córdoba por Abderrahmán III, en 929.
El Califato de Córdoba no sólo tiene el control total de la Península, sino que también se convierte en la primera potencia marítima del Mediterráneo y uno de los estados más poderosos de Europa.
El último gran caudillo musulmán fue Almanzor, “el victorioso”, quien usurpó el poder del Califa para mantener la autoridad del poder central, como dictador. Esto último fue el resultado de la desobediencia y las conspiraciones, tanto de cristianos como de musulmanes, debido a la política represiva impuesta por los Omeyas, y con la cual se creaba la ilusión de un estado fuerte. Pero Almanzor muere en 1002, y a pesar de que obtuvo muchos triunfos militares contra los cristianos del norte de la Península, a su muerte el poder central se desintegra.
Ante la desintegración del gobierno central, emergen los pequeños reinos de Taifas, que se establecen alrededor de las ciudades importantes de Al-Andalus. Los pequeños reyes de Taifas se pasan el tiempo peleando y conspirando entre ellos, situación que facilitará la Reconquista de la Península, por parte de los reinos cristianos del Norte.
Dicha reconquista estará prácticamente finalizada a mediados del siglo XIII, con los cristianos en control de toda Andalucía, excepto Granada, que continuará bajo el poder musulmán hasta 1492.
Granada será el único reino musulmán que sobrevivirá el empujón fuerte de los reinos cristianos del norte en el siglo XIII. Pero finalmente caerá ante el asedio militar ordenado por los Reyes Católicos y las estrategias político-diplomáticas del Rey Fernando, en enero de 1492. Con la caída de Granada se completa la Reconquista y se alcanza la unidad religiosa, cultural y política de España.
Cuando los árabes establecen el Califato de Córdoba en el siglo X, dos verdades históricas saltan a la vista: por un lado es el momento de brillantez política de Al-Andalus; por el otro, se ha establecido la civilización más brillante y avanzada del momento en todo el Mundo Occidental. La razón de lo último, es que Al-Andalus permanece en contacto con los grandes centros culturales helénico y orientales, ahora bajo el dominio de los musulmanes, mientras que el resto de Europa ha quedado aíslada completamente de los centros culturales de alrededor del Mediterráneo.
La capital del Califato, Córdoba, se convierte ahora en la capital de la actividad intelectual para todo el Occidente. Como resultado, todos los europeos que querían obtener conocimientos científicos y técnicos debían acudir a Córdoba. Entre los conocimientos que se buscaban en Córdoba, se incluye las matemáticas y la medicina, así como las técnicas para producción de papel y vidrio.
Córdoba, que había sido la capital de la provincia Bética durante el Imperio Romano, se convierte ahora en la esplendorosa capital del estado musulmán en la Península Ibérica, y presenta un lujo que no existía en ninguna otra ciudad de Europa. En Córdoba se encontraban centenares de mezquitas, baños públicos y magníficas bibliotecas particulares, que demuestran el amor al conocimiento de los árabes.
Uno de los méritos principales de la presencia musulmana en España está no en la creación de una cultura original, sino en que transmitió los elementos de las culturas tradicionales de los diversos pueblos por ellos sometidos, en su trayectoria expansiva. Pero quizás su mérito principal consiste en haberle dado vida nueva al entusiasmo intelectual por el conocimiento científico y las letras.
En España encontramos muchísimas festividades conocidas como las Fiestas de Moros y Cristianos que son un claro homenaje a la cultura andalusí, haciendo énfasis en el cruce cultural de cristianos, musulmanes y sefardíes. En estas fiestas no hay vencedores ni vencidos, sino respeto mutuo en el cruce de las tres culturas.
Estas fiestas son celebradas fundamentalmente en el Levante español, teniendo su epicentro en la provincia de Alicante y sur de la provincia de Valencia, lo mismo que en Andalucía, Aragón, Castilla La Mancha, Extremadura, etc. Muchas de estas festividades están catalogadas como Fiestas de Interés Turístico Internacional, como las de Alcoy, Villajoyosa, Caravaca de la Cruz y Villena.
Alrededor de estas fiestas también se realizan mercados medievales en los que se encuentran trajes, comidas y elementos propios de cada cultura. La fiesta de Moros y Cristianos es una de las celebraciones más genuinas dentro del amplio y rico compendio de celebraciones festivas de gran arraigo y tradición en toda España. Son tantas las Fiestas de Moros y Cristianos que se celebran en nuestro país que os invitamos a visitar esta página web de Feria y Mercados Medievales que señala por Comunidades Autónomas y meses del año estas festividades
Otra manifestación propia del cruce cultural de árabes y cristianos es el arte mudéjar, desarrollado particularmente en arquitectura, que consistió en la aplicación a los edificios cristianos de influencias de estilo hispano-musulmán debidas a la albañilería de tradición andalusí.
Es un fenómeno autóctono y exclusivamente hispánico, que se manifestó tanto en elementos arquitectónicos estructurales como decorativos (arco de herradura, artesonados) y en la preferencia por el uso de ciertos materiales (yeso, ladrillo -simple o vitrificado en azulejos-, madera -vista en los artesonados-, etc.).
Estas maravillas exclusivas en España las encontramos principalmente en Teruel, Zaragoza, Calatayud, Sevilla, Granada, Córdoba, Toledo, etc.