La rodela es un arma antigua de los pueblos europeos. Es un escudo en forma circular que fue usada por los hoplitas griegos, los tracios, los celtas íberos y los vikingos para protegerse. Su diámetro oscilaba entre los 40 y los 60 cms.
En la Edad Media, además de ser usado por las tropas de a pie, por su ligereza y manejabilidad era el preferido por la caballería ligera.
La rodela generalmente era de madera con el anverso forrado en cuero, con refuerzos adicionales de metal, correas de embrace y su contorno iba reforzado con un aro también metálico, a fin de impedir que un tajo de un arma de filo la destrozara. Su perfil es plano, sin la típica forma convexa que se le solía dar a los escudos.
Básicamente, la rodela no sufrió cambios en su morfología, si bien ya avanzado el siglo XV se modificó el material con el que estaban fabricadas, sustituyendo la madera por el metal.
Los avances en las técnicas metalúrgicas permitieron fabricar láminas de metal más finas, resistentes y menos pesadas.
Existían rodelas de guerra fuertes, parcas en ornamentos y capaces de resistir un disparo de arcabuz. También había rodelas decoradas lujosamente para acompañar los arneses de parada de los monarcas y nobleza de la época.
La rodela fue el último escudo usado por las tropas españolas en batallas campales de las unidades de espaderos de los Tercios españoles que combatieron en Nápoles y Centroeuropa. La proliferación de las armas de fuego hicieron ineficaces los escudos.