Prenda de vestir que cubre el pie y parte de la pierna sin llegar a la rodilla. Se ciñe con un elástico a la pierna, como mínimo por encima del tobillo y como máximo por debajo de la rodilla; se utiliza como prenda de abrigo y como protección de rozaduras del calzado cerrado.
En el medioevo de la la Europa Septentrional, con su clima mucho más frío, las tribus germánicas llevaban pantalones holgados que les llegaban desde la cintura hasta la pantorrilla y se conocían como heuse. Para procurar más calor, la tela solía reforzarse con cuerda delgada desde la pantorrilla hasta la rodilla, con lo que se evitaba el paso del aire. Este estilo de calzas no era exclusivo de los europeos del Norte.
Desde la época romana, cuando Julio César guió a sus legiones romanas en la conquista de la Galia, en el siglo I a.C., las piernas de sus soldados eran resguardadas del frío y de las espinas y zarzas de los bosques por las hosa, unas protecciones de tela o cuero que se llevaban debajo de la corta túnica militar. La palabra hosa se convertiría en hose en inglés, que durante siglos ha significado unas polainas protectoras que llegaban hasta las pantorrillas.