El término Drakkar proviene del francés y significa dragón. Los vikingos eran, en general, muy creyentes. Ellos entendían que tenían que ser como una reencarnación de los propios dioses. El dragón era para ellos símbolo de fortaleza y ferocidad. Era usual verlo en la popa de sus embarcaciones y el algunas de sus armas, escudos o cascos.
El tiempo de los vikingos comenzó en junio del año 793 con el asalto al monasterio de Lindisfarne, una comunidad monástica que se encontraba en Inglaterra. Aquel día, los guerreros del norte acabaron brutalmente con cientos de monjes cuya única defensa frente a las armas fue la religión. Eran las primeras víctimas de las miles que llegarían después.
Socialmente, los hombres del norte eran una de las civilizaciones más avanzadas de la época, pues daban una gran importancia al papel de la mujer. La mujer vikinga podía tomar decisiones, salir de viaje sola, sabían leer, escribir, incluso podían decidir con quién casarse.