La daga se utilizaba como arma que complementaba a la espada, siendo más larga que un puñal, pero más corta que una espada. Su nombre proviene del latín vulgar daca y su tamaño oscila entre los 30 a 40 cms. de largo.
Las dagas más antiguas aparecen en el III milenio a. C., en la Edad del Bronce. Las dagas son símbolo de determinación y coraje. Generalmente la daga tiene doble filo y una guarda para proteger el puño. Entre las dagas históricas las más famosas son las romanas y las árabes, conocidas como gumias.
Los coleccionistas de estas hermosas piezas, pueden encontrar una gran variedad de dagas de diferentes épocas y estilos.
Era un arma con gran capacidad para herir gravemente. Algunas dagas medievales tenían hojas rectas, mientras que otras tenían sus hojas diseñadas en forma de zigzag o curva, de manera que pudieran ser usadas y transportadas con facilidad en el campo de batalla.
Existen dagas de mano izquierda o “daga de vela”, destinada a parar el golpe del adversario, quebrar la punta de la espada enemiga y herir a corta distancia con el ataque. Este tipo de arma nació en Italia, pero pronto se extendió al resto de Europa.
En España, este tipo de daga llegó en el siglo XVII, con hoja triangular, ancho recazo, provisto de un rebaje para apoyar el pulgar, gavilanes rectos y cubre mano, curvado hacia la empuñadura, en forma triangular. La empuñadura era de madera recubierta por un torzal metálico.
También se conoce la daga de orejas, llamada así por la morfología de la empuñadura, rematada por los discos u orejas, que hacen la función de pomo. Frecuentemente, la empuñadura y la hoja forman una sola pieza; otras veces, la empuñadura tiene dos cachas de hueso o marfil. La hoja suele presentar cuatro mesas y doble filo. Su aparición en Europa tuvo lugar en el Reino de Granada, durante el siglo XV, a finales de la Dinastía Nazarita.
Otra conocida es la daga estilete, que también recibió el nombre de “misericorde” (misericordia), comenzando a ganar fama durante la Alta Edad Media, donde era usado como arma secundaria por los caballeros para acabar con los caídos o los oponentes gravemente heridos que contaban con pesadas armaduras y que no se esperaba que sobrevivieran.
La hoja robusta y puntiaguda, podía atravesar con facilidad la mayoría de las mallas de eslabones o encontrar su camino a través de las placas pectorales o las coyunturas de la armadura de un caballero. Un oponente seriamente herido, recibía entonces un misericordioso “golpe de gracia”.