El centurión era un oficial del ejército romano, con poder táctico y administrativo otorgado por sus cualidades de resistencia, templanza y capacidad de mando. Los centuriones comandaban una centuria, formada por 80 hombres, ascendían al puesto de centurión desde soldados rasos a base de méritos de guerra.
El grueso de la legión era dirigido por los centuriones. El centurión más valorado era el que tenía a su cargo el estandarte del águila romana.
Los centuriones, además de su espada y otro armamento, también llevaban un bastón de mando, habitualmente una vara de vid, llamada vitis, como símbolo de su autoridad.
El legionario era un soldado de infantería pesada integrante de una unidad militar del ejército romano, formada, normalmente, por ciudadanos romanos mayores de quince años. Era conocido por su disciplina y orden.
La duración del servicio militar de un legionario era de veinte años en época de Augusto. Recibía un paga por sus servicios, llamada stipendium. El legionario estaba generalmente armado con dos jabalinas (una pesada, el pilum y otra ligera), una espada (gladius), y hasta la época de Trajano, un puñal (pugio). Para su protección portaba un casco (gálea), una armadura de anillas (lorica hamata), placas (lorica segmentata) o escamas (lorica squamata) y un escudo rectangular (scutum) que llevaba una protección metálica o umbo para la posición de la mano. Completaban su equipamiento (impedimenta) un par de sandalias (caligae) y una mochila o morral (sarcina).
Uno de sus principales atributos, era el de formar parte de un cuerpo sumamente disciplinado y en constante entrenamiento (exercitum), tanto para poder efectuar maniobras militares en forma precisa y exacta, como la famosa tortuga o testudo, como para trabajar en obras de ingeniería militar (construcción de campamentos, murallas y fortalezas) y obras públicas (caminos, puentes y acueductos).
El gladiador era un combatiente armado que entretenía al público durante la República y el Imperio romano en confrontaciones violentas contra otros gladiadores, animales salvajes y condenados a muerte. Algunos gladiadores eran voluntarios que arriesgaban sus vidas y su posición legal y social al presentarse en la arena. La mayoría eran menospreciados por ser esclavos, educados en duras condiciones, marginados socialmente y segregados incluso tras la muerte. Independientemente de su origen, los gladiadores ofrecían a los espectadores un modelo de la ética militar de Roma y, al combatir o morir con dignidad, podían inspirar admiración y reconocimiento popular.
Los juegos de gladiadores se prolongaron durante casi mil años, alcanzando su apogeo entre el siglo I a. C. y el siglo II d. C. Finalmente decayeron durante los primeros años del siglo V tras la adopción del cristianismo como religión estatal del Imperio romano en el año 380. Había muchos tipos de gladiadores, que se especializaban en la utilización de armas y técnicas de combate específicas.
Los primeros tipos de gladiadores recibieron su nombre de los enemigos de Roma de la época: el samnite o samnis (por los samnitas), el thraex (por los tracios) y el gallus (por los galos). El samnita, poderosamente equipado y probablemente el tipo más popular, fue posteriormente renombrado como secutor y el gallus como murmillo, una vez que estos antiguos enemigos habían sido conquistados y luego asimilados por el Imperio de Roma. Generalmente solamente luchaban contra otros de la misma escuela o ludus. El comercio de gladiadores se desarrollaba en todo el imperio y estaba sujeto a supervisión oficial.
Para los pobres y para los no ciudadanos, la incorporación a una escuela de gladiadores ofrecía una oportunidad de obtener un oficio, comida de forma regular, alojamiento de algún tipo y una oportunidad de luchar por la fama y la fortuna.
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