Generalmente el escudo se pone en el brazo izquierdo y ayuda a cubrir el cuerpo de los golpes posibilitando la utilización del brazo derecho para contra atacar.
El escudo ha tenido grandes modificaciones tanto en los materiales como en su forma, ya sea a través de los tiempos o por regiones geográficas, adaptándose a los cambios tecnológicos o a las tácticas para asegurar la máxima protección a los combatientes.
Cada vez que una nueva arma de potencial letal más importante era introducida, el escudo se hacía más grueso o la calidad de sus materiales crecía, hasta que la pólvora, que lanzaba proyectiles perforantes a gran distancia, convirtieron su uso inútil en el campo de batalla.
En la actualidad el escudo se sigue usando en numerosas regiones con sistema tribal como Oceanía, África, etc. A partir del siglo XX, el escudo se utiliza en las fuerzas de policía antidisturbios y también por las fuerzas especiales o de élite particularmente para asedio y control de situaciones de toma de rehenes. Generalmente están realizados en acero reforzado y cerámica.
En los inicios los escudos se fabricaban de madera y luego se le fueron agregando materiales como el cuero, el lino, el cobre destinados al reforzamiento del escudo.
El bronce fue excelente alternativa al cobre, más resistente, ofrecía mejor protección.
En el Imperio bizantino prevaleció el escudo ovalado. En Occidente, y a partir del siglo X, fue bastante común el de forma de almendra, atribuido a los normandos, con la punta inferior aguda para clavarlo en el suelo al hacer alto las tropas. A finales del siglo XIII hasta el siglo XVI tiende a la forma triangular equilátera.
Actualmente las mejores réplicas de escudos de época se fabrican en acero, especialmente para ser empleados en combates, luchas, recreaciones, obras de teatro, películas por su gran belleza, resistencia y funcionalidad.