Los grandes imperios, las más épicas leyendas y los más valientes guerreros de la historia de la humanidad se han forjado con una espada. La historia de la espada es la historia de las antiguas civilizaciones.
En la Edad del Cobre ya aparecen los primeros indicios de cuchillos o dagas largas, fabricadas con este material metálico un poco más blando y débil.
En la Edad del Bronce, un metal más duro, flexible y resistente que el cobre, se han encontrado instrumentos semejantes a espadas, porque ya se empieza a desarrollar la metalurgia de este metal, resultado de la aleación de cobre con estaño.
En la Edad del Hierro aparecen espadas más fuertes que las de bronce. El hierro se convirtió en el metal elegido para las espadas, lo cual tuvo un impacto increíble en el equilibrio de poder.
Con el tiempo, los herreros descubrieron que al agregar carbón durante el proceso de fundición de hierro, y al templarlo para aumentar la dureza, podían hacer espadas mucho más duras, fuertes y elásticas que no perdían su forma, una cualidad muy interesante en el campo de batalla.
Los herreros medievales se iban haciendo expertos en hierro forjado. Con el paso de los siglos aprendieron a crear una nueva aleación metálica, el acero.
Para producir esas aleaciones se calentaba una masa de mineral de hierro y carbón vegetal en un horno o forja con tiro forzado. Ese tratamiento reducía el mineral a una masa esponjosa de hierro metálico llena de una escoria formada por impurezas metálicas y cenizas de carbón vegetal.
Esta esponja de hierro se retiraba mientras permanecía incandescente y se golpeaba con pesados martillos para expulsar la escoria y soldar y consolidar el hierro.
El hierro producido en esas condiciones solía contener un 3% de partículas de escoria y un 0,1% de otras impurezas. En ocasiones esta técnica de fabricación producía accidentalmente auténtico acero en lugar de hierro forjado.
Los artesanos del hierro aprendieron a fabricar acero calentando hierro forjado y carbón vegetal en recipientes de arcilla durante varios días, con lo que el hierro absorbía suficiente carbono para convertirse en acero auténtico.
Con lo que se produjo el verdadero auge de las espadas y su consecuente desarrollo morfológico y estético, con la fabricación de espadas poderosas y bellas a la vez.
El acero de Damasco o damasquino es un tipo de acero de crisol empleado y elaborado en Oriente Medio para la fabricación de espadas desde el 1100 hasta el 1750. Las espadas de acero de Damasco eran legendarias por su dureza y su filo casi eterno, siendo muy aclamadas en Europa. Al acero de Damasco, con muy alto contenido de carbono, se le añadía vidrio durante el fundido del hierro y se calentaba con carbón vegetal. El cristal actuaba como un agente que hacía fluir las impurezas de la mezcla permitiendo que afloraran a la superficie durante el enfriamiento.
El proceso exacto es desconocido hoy en día, pero se sabe que en la manufactura los carburos llegaban a precipitarse en forma de micro partículas ordenadas en capas o bandas en el cuerpo de la hoja. Los carburos, que son más duros, permiten dar esta característica mixta de dureza y flexibilidad, ideal para las espadas.
Junto al acero de Damasco, el acero de Toledo está considerado como el mejor material de la historia con el que se forjaron las famosas espadas toledanas de los siglos XV y XVI, con la presencia de espaderos de gran calidad, que desarrollaron los gremios de espaderos, principalmente en el siglo XVIII a raíz de la creación de la Real Fábrica de Espadas y Armas de Corte de Toledo por orden de Carlos III en 1761.
No podemos dejar de mencionar las maravillosas katanas, verdaderas obras de arte, que se caracterizaron por tener un mayor filo y una mayor dureza y calidad, en tiempos en que el acero para las espadas era muy impuro. La Honjo Masamune, la más conocida de las katanas y un símbolo del poder durante el shogunato Tokugawa, que pasó de generación en generación, fabricada por el gran espadero japonés Masamune, ha llegado hasta nuestros días siendo considerada junto a todas las espadas Masamune, auténticos tesoros nacionales de Japón.
A Masamune se le atribuye la creación de una técnica de fabricación de katanas que consistía en laminar una hoja de hierro de un sólo bloque con acero trenzado. Era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy día son consideradas como las mejores de Japón. En el siglo XIII, sus sables de acero poseían cualidades míticas y los guerreros que las portaban fueron forjadores del código Samurai.
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