El acero damasquinado es totalmente artesanal en su proceso de forjado, al ser sometido a un potente tratamiento térmico y a un cuidadoso proceso de desbastado, pulido y afilado.
Dado que el proceso de fabricación es artesanal, puede decirse que no existen dos hojas iguales, porque sus bellas e irrepetibles ondas y vetas revelan las distintas capas de metal que lo componen, las cuales podría compararse a las huellas dactilares de las personas que también son irrepetibles.
Lo más importante para los forjadores del acero damasquinado es la calidad, dureza y flexibilidad de los cuchillos y navajas que consiguen con la unión, mediante la forja, del hierro y el acero, técnica que garantiza una gran calidad.
Obviamente se trata de piezas de alta gama, con una belleza y calidad extraordinarias. Sus vetas son muy bellas por lo que no solo son funcionales, sino también coleccionables.