Los guerreros medievales usaban armas como la espada, la maza, el martillo y el hacha, por lo que se hizo necesario resguardar los hombros con piezas resistentes llamadas hombreras, generalmente de tres piezas, articuladas a la principal, que eran demasiado movibles. En el siglo XV se completó la armadura de placas, con unas hombreras más grandes, estables y que no entorpecían tanto el juego del brazo hacia delante.
Eran unas hombreras un poco más cómodas y seguras. En la parte superior tenían un reborde levantado, a modo de cuello, destinado a parar los golpes de lanza. En los arneses de torneo es muy frecuente que la hombrera derecha sea de distinta forma y más amplia y recia que la izquierda.
En las armaduras de guerra y de corte ornamentadas, las dos hombreras son iguales. En el siglo XVI se volvieron a usar mucho las hombreras de placas articuladas, pero ya la armadura fue perdiendo importancia y por eso en los últimos arneses las hombreras son repeticiones de los tipos anteriores y aunque después subsistió la coraza las hombreras dejaron de usarse.
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