La picota era una columna que había a la entrada de algunos lugares, donde se exponía a los reos y las cabezas o cuerpos de los ajusticiados para la vergüenza pública.
La pena de exhibición en la picota aparece ya legislada en el siglo XIII, en el libro de Las Partidas, de Alfonso X, considerándose la última de las penas leves a los delincuentes para su deshonra y castigo.