Se llama marroquinería a la industria de artículos de cuero de los animales o su imitación. El cuero proviene de una capa de tejido que recubre a los animales y que tiene propiedades de resistencia y flexibilidad apropiadas para su posterior manipulación.
La capa de piel es separada del cuerpo de los animales, se elimina el pelo o la lana, salvo en los casos en que se quiera conservar esta cobertura pilosa en el resultado final y, posteriormente, es sometida a un proceso de curtido. El cuero se emplea como material primario para otras elaboraciones.
El arte de elaborar el cuero para la consecución de productos manufacturados es denominado marroquinería, palabra que proviene del marroquí, un tipo de cuero lustroso y delgado.
Ya en la época del imperio romano, los mercados del cuero proliferaban en todo el mundo romanizado. El sur de Francia y la Península Ibérica eran las zonas más abundantes en este tipo de industrias. El hallazgo en el yacimiento de Contrebia Belaisca, en el pueblo de Botorrita (Zaragoza), de cal, azufre y de otros productos químicos, correspondiente al período comprendido entre los siglos I a. C. y III d. C., demuestra el desarrollo de la marroquinería en la romanizada Hispania. El material mayoritariamente utilizado en la confección del calzado era el cuero.
En la Edad Media, Carlomagno dicta numerosas leyes prohibiendo o limitando el comercio de determinadas pieles y al mismo tiempo carga con impuestos de otras. Por esa época se tiene conocimiento de pieles bastas, mal trabajadas y de procedencia local: garduña, comadreja, gato montés, topo, liebre, ciervo, buey, cordero y cabra.
La más cotizada era la de marta. Se sabe que para fabricar adornos para las mangas, cuellos, los nobles germánicos y mediterráneos importaban desde el Cáucaso pieles de armiño (también conocida como rata de Armenia).
Las pieles se traían desde Siberia. Este comercio tendrá una duración de un siglo e irá cayendo bajo el monopolio de las comunidades de judíos de Varsovia o de Leópolis, que tratan directamente con los cazadores.
Por otra parte, al desmoronarse progresivamente las vías de comercio romanas, el papiro para escribir se hace cada vez más escaso en Occidente, beneficiando a una industria local de producción de pieles finas para la fabricación de pergamino.
En la Baja Edad Media, la elaboración de cuero tiene una época de esplendor en el sur de España, en los reinos árabes del Al-Andalus. La ciudad de Córdoba se hace famosa por su producción de cueros de alta calidad, repujados, policromados y, en algunos casos, metalizados con aplicaciones de finas hojas de oro y plata.
Algunos autores han contribuido a un estudio de las propiedades del cuero; uno de ello es Ramon Llull, que cerca del año 1290 escribe el Llibre de les Bèsties como parte integrante del Llibre de Meravelles o Fèlix y que se puede decir constituye una auténtica joya para el estudio de la relación entre las pieles utilizadas en el curtido y los animales que las procuraban.
En el Renacimiento, se dispone de un documento, el Quadern de Comptes, que es una especie de libro de contabilidad muy rudimentario que procede de Jaume March y de su hijo Bernat March y que nos suministra abundante información sobre el comercio del ramo de la piel en Vich y de la región.
Las cuentas muestran qué tipo de cueros se utilizaban mayoritariamente por aquella época y de dónde se importaban, y se sabe que el gremio de zapateros era el más numeroso de entre los profesionales del sector.
Con la expulsión de judíos y moriscos, reputados artesanos del cuero, tienen que abandonar España para ir al exilio, estableciéndose en ciudades del norte de Marruecos. La artesanía del cuero, como otros muchos tipos de manufacturas, decaen por este motivo en la península ibérica.
Históricamente el mayor uso dado al cuero es el de vestido y calzado, hasta el punto de ser la primera materia prima de la que se tiene constancia que se usara para vestir. También para fabricar complementos como bolsos, cinturones, tahalíes, vainas para espadas, guantes, protectores para distintas partes del cuerpo como las hombreras, coderas, rodilleras, piernas, etc.
Otro uso histórico del cuero fue en la fabricación de tiendas transportables, cubiertas, puertas y fabricación de canoas y barcas.
Hasta el perfeccionamiento de las armas de fuego el cuero se empleó en la fabricación de armaduras ligeras, cascos, escudos y fundas de armas. Su uso para la fabricación de monturas y aparejos para caballerías, botas de calidad, hace que su utilidad militar se mantenga incluso bien entrado el siglo XX.
Tradicionalmente se utilizó en la fabricación de cuerdas, cinchas y correas, arneses para caballerías o animales de tiro.
La mayor parte de los códices de la Edad Media se han conservado hasta hoy en día gracias a que fueron escritos en pergamino. Disponemos de un considerable número de escritos religiosos, conventuales y nobiliarios, pertenecientes al período comprendido entre los orígenes de la patrística y la aparición de la imprenta.
No obstante, el pergamino tuvo que enfrentarse, a partir del siglo XI, con un descubrimiento: el papel introducido en España y posteriormente en el resto de Europa, por los árabes.
Los cueros tienen diferentes tipos según la procedencia de las pieles, y difieren en su estructura según sean las costumbres de vida del animal originario, la edad del animal, el sexo, y la estación del año en la que fue tratada. La primera categoría podría ser: Bovinos Caprinos Porcino Equinos Nutria Chinchilla Reptiles Peces Cérvidos tales como ciervos, gamos o renos.
Actualmente, por motivos ecologistas y defensa de los animales, existen diversos materiales sintéticos de similares características al cuero. Se conocen genéricamente como cuero sintético o polipiel, y suelen fabricarse con distintos tipos de plásticos.
El cuero puede ser cocido al introducirlo en agua, cera o grasa hirviendo. Por este procedimiento las fibras de colágeno se acortan, y la pieza de cuero se encoge y se hace rígida y mucho más dura.
El cuero también puede ser engrasado para aumentar su resistencia al agua. Esto repone los aceites naturales que permanecen en el cuero después del proceso de curtido, que se pierden con el uso continuo.
El engrasado frecuente mantiene el cuero flexible, impide que se vuelva quebradizo y alarga sensiblemente su buena conservación.
El cuero teñido, es decir, tratado con colorantes para conseguir tonos decorativos. Todos los tipos de curtido se pueden teñir. Para teñir los cueros en artesanía se utilizan tintes de anilina disueltos en alcohol, aplicados con un algodón o tela o bien pinturas acrílicas aplicadas habitualmente con pincel.
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