En la Europa medieval las robustas y pesadas armaduras construidas de placas de acero unidas entre sí, cubrían a los soldados de pies a cabeza. Hablaremos de la protección de las piernas, es decir, los miembros inferiores del cuerpo humano que se articulan con el muslo mediante la rodilla y con el pie mediante el tobillo.
Efectivamente, pudiera ser que las partes de la armadura que cubrían hasta las piernas, dificultaran la movilidad del combatiente, pero si no protegían sus piernas y rodillas podían ser fácilmente heridos en estas zonas y causar su total inmovilidad o su muerte segura.
A mediados del siglo XII los guerreros defendían sus piernas con calzas de malla y a finales del siglo XIII aparecieron en Francia las primeras grebas, que eran espinilleras de láminas de hierro que se fijaban a las pantorrillas mediante correas, apareciendo al mismo tiempo que las rodilleras metálicas.
Las brafoneras era otro tipo de protección para las piernas, algunas cubrían los pies, eran fabricadas con anillas de acero, es decir, como cotas de malla.
También podía protegerse las piernas con elementos fabricados en cuero de animal, con la ventaja que podía dar mejor movilidad al combatiente.
La protección total de la pierna se hacía también mediante piezas articuladas en el siglo XVI, a lo que también se unían las escarcelas para proteger la ingle y reforzar la parte superior de la pierna.
Estos quijotes medievales de cuero con rodilleras de metal, que se ajustan mediante correas de cuero, resultan magníficos protectores de las piernas.