Para proteger la cabeza contra los impactos y penetraciones de las armas, los guerreros medievales usaban el casco, pero debajo del casco se ponían protectores acolchados para amortiguar los golpes en la cabeza y evitar el roce del acero en contacto directo con la piel y el cuero cabelludo.
Estos acolchados permitían el cómodo ajuste del casco a la cabeza, al mismo tiempo que absorbían el sudor y la sangre, los cuales eran más fáciles de lavar.
Generalmente los protectores se se fabricaban de lana, lino o algodón.
También hay protectores más completos para cabeza hombros y pecho, fabricados en algodón 100% y relleno en 100% poliéster.