Las tropas de Carlomagno, volviendo del sitio de Zaragoza, sufrieron en el paso pirenaico de Roncesvalles un ataque de tribus vascas ayudadas por musulmanes. La estrechez del paso y el peso del armamento del ejército carolingio favorecieron el éxito de la emboscada sobre la retaguardia de los francos.
En éste trágico episodio murió Roldan, pero la leyenda le hizo pasar a los anales de la literatura (Chanson de Roldan, Rolandstat, Orlando Furioso, etc.) como el paladín, que con su espada mágica "Durendal", regalo de su señor Carlomagno, y con el cuerno "Oliphant" se enfrentó a 100.000 sarracenos. A golpe de espada abrió un paso entre las montañas pirenaicas que aún hoy se llama "Bréche de Roland".