La cocina medieval de los castillos solía estar situada en el patio o en la planta baja, separada del resto de las dependencias para evitar los incendios. Normalmente disponía de un gran fuego de cocina con diversos anexos como el horno para el pan.
En las cocinas de los nobles de la Edad Media las chimeneas eran amplias y altas. El uso de varios fogones divididos en varios compartimentos no era frecuente como en la actualidad. Los alimentos se cocinaban sobre el fuego de la chimenea.
También se preparaban pequeños calderos, cacerolas, sartenes, trípodes en los que se cocinaba con infiernillos llenos de brasas. Los arquitectos del siglo XIII comenzaron a instalar en las cocinas hornillos.
El fuego abierto se utilizaba para cocinar la mayoría de los alimentos durante la época medieval, ya fuera en el castillo o en la choza de una familia pobre.
Mientras que las clases bajas cocinaban sobre un fuego abierto dentro de sus chozas. Los métodos típicos usados al cocinar a fuego incluían asar, hornear, ahumar, hervir y freír.
La olla, caldero o cacerola medieval era el utensilio para cocinar, podía ser de barro o de metal, con una o dos asas.
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