El Damasquinado toledano es el arte decorativo basado en la incrustación de metales nobles tales como el oro y la plata sobre otros más comunes, como el hierro y acero pavonado. La incrustación se vale de cincel y martillito para fusionar el hilo o la lámina con el hierro poroso, quedando hecho un único cuerpo el oro y el hierro.
El damasquinado toledano es una de las herencias recibidas durante la dominación árabe en el siglo VII. El nombre viene desde la ciudad de Damasco (Siria), que fue muy afamada por la proliferación de este arte. El damasquinado pisó con fuerza a partir del S.XVI. En Toledo la Real Fábrica de Armas contribuyó de forma decisiva en el S.XIX a continuar y potenciar más la tradición.
A destacar una técnica utilizada por grandes maestros damasquinadores, mediante la incrustación de una gran chapa de oro a partir de la cual el artesano cincela las formas con el buril, creando interesantes efectos con el difuminado. Utilizando los materiales más nobles hierro y oro comienza el complejo proceso artesanal de elaboración del Damasquino consistente en incrustar oro sobre metal:
- Comenzamos realizando unos cortes o picaduras en el metal a damasquinar para que, de ésta manera, el oro quede bien adherido a la superficie.
- Seguimos incrustando el oro sobre la superficie anteriormente picada, formando los distintos dibujos.
- El característico color negro de fondo se consigue a través del “pavonado” que consiste en sumergir el metal con el oro incrustado en el pavón a altísimas temperaturas.
- Continuamos con el “repasado o bruñido” mediante el que conseguimos el esplendor y el brillo de los dibujos realizados en oro.
- Por último procedemos al engarce o montaje de la pieza damasquinada sobre la montura en su diversas terminaciones (colgantes, broches, pendientes, etc.).
Resultando, finalmente, un precioso artículo donde se mezcla artesanía, tradición y tecnología.
