El monstruoso no-muerto con un martillo del tamaño de tu cabeza te tiene en la mira, y te has encontrado sin un aliado. Tu táctica habitual implica rodear la batalla, eligiendo tus peleas estratégicamente. Ahora no hay tiempo.
Te agachas bajo el primer golpe, manteniendo tu Steel Buckler entre el martillo y tu cuerpo blando. Eres más rápido que la monstruosidad podrida, pero en tu desesperación tropiezas y ruedas. De nuevo cae el martillo y levantas tu Steel Buckler para atrapar la fuerza. Tu pequeño escudo aguanta, ganando tiempo mientras tus amigos finalmente acuden en tu ayuda.