Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado “El Gran Capitán”, fue Militar al servicio de los Reyes Católicos (s.XV y XVI). Sus innovaciones tácticas le convirtieron desde joven en el más destacado jefe militar de la monarquía castellano-aragonesa. Demostró su ingenio militar durante la «Guerra de Granada» (1842) campaña militar donde los españoles pretendían expulsar a Boabdil del último estado musulmán en la Península Ibérica. Los éxitos de la Campaña en Italia le valieron el sobrenombre de Gran Capitán. La muerte de la reina Isabel la Católica en 1504 marcó el inicio de la caída en desgracia del Gran Capitán y su enfrentamiento con Fernando el Católico que exigió al Gran Capitán que rindiera cuentas de su gestión en el Tratado de Blois (1505).
El cordobés nunca dejó de ser un oficial cercano a sus hombres, con sentido del honor para con el contrario, estoico y, ante todo, súbdito leal hacia los Reyes Católicos.
La herencia del «Gran Capitán» revolucionó la forma de combatir a nivel mundial: formación de la tropa en compañías al mando de un capitán, y el experto manejo de las armas de fuego individuales del combatiente de a pie. Introduce grandes reformas en el “arte de la guerra”: de la pesadez medieval (caballería pesada) dio prioridad a la agilidad moderna (infantería) y adiestró a sus hombres mediante una disciplina rigurosa y formó su moral, despertando en ellos el orgullo de cuerpo, la dignidad personal, el sentido del honor nacional y el interés religioso.
Hizo de la infantería española aquel ejército formidable del que decían los franceses después de haber luchado contra él, que «no habían combatido con hombres sino con diablos».