En general, y especialmente en las últimas décadas, un duelo es considerado un acto ilegal en la mayoría de los países. El duelo se desarrollaba por voluntad de una de las partes —el desafiante— para lavar un insulto a su honor. El objetivo no era en general matar al oponente, sino lograr «satisfacción», por ejemplo restaurando el honor propio al poner en juego la vida para defenderlo.
Debe distinguirse a los duelos de las pruebas de combate, ya que los primeros no se usaron para determinar culpabilidad o inocencia, ni constituyeron procedimientos oficiales. Los duelos fueron en cambio generalmente ilegales, a pesar de que en la mayoría de las sociedades donde fue usual, contó con aceptación social.
Los participantes de un duelo correctamente planteado no eran por lo general perseguidos, y en los casos en que sí lo eran, no se los encarcelaba por tal motivo. Se consideraba que sólo los caballeros tenían un honor que defender, y por lo tanto la clase social alta era la que calificaba para realizarlo: si un caballero era insultado por alguien de la clase baja, aquel no lo retaba a duelo, sino que le infligía algún castigo físico o comisionaba a sus sirvientes para que lo hicieran.