Antes del primer uso, una sartén de hierro siempre debe curarse adecuadamente. Antes de comenzar con el procedimiento, es de suma importancia limpiar la sartén a fondo con agua caliente, un cepillo o esponja de lavado y un poco de detergente líquido, y secarla cuidadosamente. Luego vierta suficiente aceite de cocina con un alto punto de humeo en la sartén para cubrir toda la superficie para freír de manera uniforme (también puede usar manteca de cerdo) y caliéntelo a temperatura alta. Agregue cáscaras de patata crudas o rodajas de patata, una cucharadita de sal y deje sofreír hasta que el fondo de la sartén se oscurezca y los trozos de patata hayan adquirido un color marrón oscuro después de darles la vuelta varias veces. Una vez que la sartén vacía se haya enfriado, simplemente límpiela con un trozo de papel de cocina.
Una vez limpia y pretratada, una plancha no debe entrar en contacto con ningún tipo de detergente. Los lavavajillas también son un no-no. Después de su uso, simplemente limpie su sartén con papel de cocina y, si es necesario, con agua caliente. Una vez limpia, como paso final, se debe volver a engrasar ligeramente la sartén.