En la Edad Media, las agujas eran muy valiosas y se consideraban un objeto de lujo. Las agujas de latón eran más baratas que las de oro o plata, pero eran más duraderas que las de hierro.
A pesar de que se utilizaban agujas de diferentes materiales, el latón era uno de los materiales más populares debido a su durabilidad y resistencia.
Las agujas medievales eran muy largas y delgadas, lo que les permitía coser a través de varias capas de tela con facilidad.
A menudo, las agujas medievales eran decoradas con motivos ornamentales, como figuras humanas o animales, que se tallaban o grababan en el metal.
En algunos casos, se utilizaban agujas de latón como una forma de terapia médica en la época medieval. Se creía que la inserción de agujas en ciertos puntos del cuerpo ayudaba a aliviar el dolor y la enfermedad.